El Cine de ficheras, también conocido como Sexicomedias, o Comedia erótica mexicana, es un género cinematográfico propio del Cine mexicano
que floreció en los años 70 y años 80. Se reconoce como un conjunto de
obras cinematográficas de relativamente bajo presupuesto y no
necesariamente de gran calidad, su tono sexual y pícaro, aunque no
particularmente explícito, y por el manejo del lenguaje en doble sentido, conocido en México como el "albur". Posiblemente este género está basado en la comedia erótica italiana.
Tuvo un enorme éxito de taquilla, aunque es considerado como una época
de baja calidad de la cinematografía mexicana. El término se acuña a
raíz del título de la primera de estas películas, llamada Bellas de noche (Las ficheras) de 1975.
Justo a finales del sexenio del presidente mexicano Luis Echeverría Álvarez , se produce la primera película inspirada en el viejo Cine de rumberas, las obras de cabaret, el vedettismo y el doble sentido: Bellas de noche (Las Ficheras) (dirigida por Miguel M. Delgado). Esta película, llamada así por la película de Luis Buñuel Belle de juor (Bella de día),
presentaba a unos protagonistas cuyo escenario de desarrollo era un bar
de "ficheras". Las ficheras son mujeres que a través de la conversación
y el baile incitan a los clientes al consumo. Por cada consumo (copa,
trago, botella) se recibe una ficha que al final de la jornada será
canjeada por una cantidad de dinero. Esta práctica inició desde los años
30 o 40 y aún a la fecha sigue en funcionamiento en algunos locales de
la Ciudad de Mexico .
Así, de la vida real pasó al teatro y del teatro fue llevado a la
pantalla grande por una productora privada llamada Cinematográfica
Calderón, que fue de las primeras en resurgir de las cenizas, en una
época en donde la industria ya no era de particulares, sino casi
únicamente estatal. Lo anterior, aunado al cambio de sexenio con el que
el nuevo presidente, José López Portillo, decidió nombrar a su hermana Margarita López Portillo
como la Directora de Radio Televisión y Cinematografía (RTC) del país,
dándole rienda suelta a su inexperiencia y falta de conocimiento sobre
el tema.
A esta etapa se le llamó los años del cine
independiente. A principios de los años sesenta, una nueva generación de
críticos de cine mexicanos comenzó a hacer notar públicamente la
necesidad de renovar las prácticas de una industria moribunda.A
diferencia de otros tiempos, los críticos de los sesenta no se sentían
obligados a defender al cine mexicano por un simple nacionalismo. Lo
realizado en Europa y otras latitudes colocaba al cine de nuestro país
en un lugar muy desventajoso.
El público también había cambiado. Con
más acceso a otros productos fílmicos y a la televisión, la clase media
había abandonado al cine mexicano en favor de las películas
hollywoodenses. Sectores de la población más sofisticados preferían las
novedades de la vanguardia europea.
La Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM) inició en los años sesenta un importante movimiento en
favor del cine de calidad. La UNAM fue pionera en la creación de
cineclubes en México y en 1963 fundó el Centro Universitario de Estudios
Cinematográficos (CUEC), primera escuela oficial de cine en nuestro
país.
Dentro
de ese panorama, surgió en México una importante corriente de cine
independiente, cuyo primer antecedente había sido la experiencia de
Raíces (1953). Un grupo de jóvenes críticos mexicanos y españoles
-siguiendo un poco el ejemplo de sus colegas franceses- iniciaron este
movimiento con la filmación de En el balcón vacío (1961), de Jomí García
Ascot.
La experiencia de En el balcón vacío (1961) alentó la
celebración, en 1965, del Primer Concurso de Cine Experimental de
largometraje, convocado por la industria cinematográfica. De este
concurso - y del segundo, en 1967- salieron nombres como Alberto Isaac,
Juan Ibáñez, Carlos Enrique Taboada y Sergio Véjar, quienes
desarrollarían parte importante de su carrera en los años setenta y
ochenta.
Aquí se muestra un video de la película el santo en el museo de cera, gravada en 1963:
La popularidad de la television empezó a formar otro tipo de
entretenimiento para el público. La televisión pero en especial la
telenovela se conviertió en la opción natural de entretenimiento en
México. La telenovela vino a sustituir al melodrama cinematográfico y
una nueva generación de mujeres sufridas de la televisión como eran:Irma
Lozano, Silvia Derbez, Blanca Sánchez, María Rivas sustituyendo a sus
antecesoras cinematográficas Marga López, Rosario Granados y Libertad
Lamarque. Esta
época fue recordado por los subproductos que la industria comercializó
en esos años: cine de luchadores, inicio de actores como son Mauricio
Garcés, el Piporro y las vaciladas de Viruta y Capulina. En el panorama
dominado por la antena televisiva dejo al cine un lado llevandolo a las
pequeñas sales de cineclub, a los oscuros festivales internacionales, y
al prestigio dudoso de un cine que muy pocos vieron en la época en que
fue realizado.
años 70
En este
periódo al cine mexicano le fue muy mal, debido en mayor parte al abuso
del poder del gobierno de Luis Echeverría y José López Portillo. Ya que
se colocó a Margarita López Portillo al frente de la Radio, Televisión y
Cinematografía; ella no tenía experiencia en este campo y limitó los
recursos que se destinaban al cine. Los cineastas fueron afectados por
la represión política; éstos, aunque tenían cierta libertad de
expresión, nunca pudieron reflejar las inquietudes y realidad en la que
se vivía en esos periódos por lo que sus películas se redujeron a ser
picarescas y sin pretenciones; estas películas no eran buenas por lo que
el público generalmente no asistía a verlas. Por otra parte, las pocas
producciones independientes y que intentaban tener un punto de vista mas
libre, más abierto, mas entretenido, no eran aceptadas por el gobierno o
en su caso, las limitaban ejerciendo presión sobre las salas o cines
donde se exhibían.
En
terminos generales se puede decir que en esta epoca el cina mexicano
estaba manejado por el gobierno, ya que tomo el poder con la televisión y
la radio como medio de comunicacion al pais y que como ya se menciono
estaba muy limitado y aunque tambíen las producciones independientes
estabn limitadas por el gobierno; fueron las que hicieron mejores
producciones de esta epoca, comparandolas con las demas que se hicieron y
un poco las de Luis E. fueron buenas, pero todo empeoro cuando José
Portillo puso a su hermana Margarita como directora de RTC, que hizo que
el cine mexicano tocara fondo.
Se
trató de internacionalizar al cine mexicano trayendo a directores
extranjeros a filmar a nuestro país. Se dejó de apoyar a los directores
que habían producido filmes de éxito en el sexenio anterior. A final de
cuentas, el presupuesto oficial para el cine mexicano desapareció en la
deuda externa. Mientras
tanto, aprovechando un cambio favorable en las políticas de exhibición,
surgió una nueva industria cinematográfica privada, la cual en pocos
años se adueñó del mercado mexicano. Esta industria -caracterizada por
producir películas de bajo costo, en muy poco tiempo y con nula calidad-
prosperó y se enriqueció a lo largo de la década de los ochentas.
El Premio Ariel es el máximo premio otorgado por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas a lo mejor del cine mexicano; la ceremonia se realiza cada año. Este premio es el de mayor prestigio de la industria de cine en México
y distingue a los talentos sobresalientes del celuloide en distintas
categorías por medio de sus nominaciones. La figura del Ariel es la de
la estatua de un hombre diseñada por el escultor mexicano Ignacio Asúnsolo. La estatua original se encuentra actualmente en el interior de los Estudios Churubusco en la Ciudad de México. El nombre fue tomado del ensayo Ariel del uruguayo José Enrique Rodó que inspiró a jóvenes latinoamericanos en las primeras cuatro décadas del siglo XX.
este premio tuvo su primer entrega en 1947
El Ariel, premio creado como reconocimiento y estímulo a los valores más
destacados del cine nacional en sus diferentes rubros, nace bajo la
influencia del libro homónimo publicado en 1900 por el escritor uruguayo José Enrique Rodó
(1872-1917), una colección de seis pequeños textos que impresionaron
fuertemente a los jóvenes de su tiempo y mantuvieron su influencia, por
lo menos, durante las primeras cuatro décadas del siglo XX. El Ariel de Rodó es un llamado al panamericanismo y a la defensa de la libertad, unidad y autonomía de la cultura hispanoamericana, en buena medida en oposición el utilitarismo y el pragmatismo de la ideología norteamericana. Inspirado a su vez por La tempestad, de William Shakespeare, en la que Ariel es el genio del aire liberado de su esclavitud por Próspero, el Ariel
de Rodó es también un canto al espíritu libre, al afán de perfección,
al heroísmo en la acción y al buen gusto en arte. El premio Ariel, en el
que se conjugan la creación de Ignacio Asúnsolo y José Enrique Rodó,
fue pues, desde su creación, una apuesta por el cine como expresión del
espíritu, como séptimo arte, por encima de las limitaciones y las
presiones del mercado y el comercio, indudables vestigios del mitológico
Calibán.
Emilio Fernández Romo , fue un destacado director, actor y productor de cine mexicano conocido por el mote de El Indio, gran artífice y genial protagonista de la Época de Oro del Cine Mexicano
Su aparición en la industria del cine fue informal al principio. Emilio fue animado por el mismo Adolfo de la Huerta,
En 1928, el director de arte de la Metro-Goldwyn-Mayer, Cedric Gibbons –uno de los miembros fundadores de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas–,
supervisó el diseño del premio a partir de un boceto en papel. Gibbons
tuvo la necesidad de un modelo para su estatuilla, entonces su futura
esposa, la actriz mexicana Dolores del Río
le presentó a Emilio. Renuente al principio, Fernández finalmente se
convenció de posar desnudo y crear lo que hoy se conoce como el "Oscar".
En 1930 tuvo una experiencia que marcó significativamente su carrera
como creador: En su estancia en los Estados Unidos coincidió con la
llegada al país del director de cine ruso Sergei Eisenstein.
Fue a proyecciones privadas de sus películas y quedó impresionado, al
serle revelada una forma diferente a las utilizadas en la estética de
Hollywood; tres años más tarde fue influenciado después de ver
fragmentos de ¡Que viva México!,
película de Eisenstein realizada en ese país, y que consolidó su
propósito de hacer películas con un estilo implacable y directo, donde
la exaltación tanto de la la fuerza, como de la belleza de México fueron
evidente. Con el tiempo, esto fue evidente en la mayoría de sus
películas, en las que la estética de la Revolución, la evocación de la
mexicaneidad y la exaltación del patriotismo son una constante.
En 1941, con el apoyo financiero del general Juan F. Azcárate y el impulso de su amigo, el actor David Silva (en ese entonces un estudiante de derecho), filmó La Isla de la Pasión con la que hizo su debut como director. Ese mismo año viajó a Cuba, donde conoció a la mujer que sería su primera esposa, Gladys Fernández, madre de su hija Adela.
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Cuando murió, Emilio Fernández dejó un vacío en la historia del Cine mexicano,
legando una filmografía que suma alrededor de 129 películas, un
sinnúmero de hermosas imágenes, cientos de evocaciones de un México que
fue planeado y amó el mundo, la memoria de un hombre que amaba a su
país, sus costumbres y su identidad, defendida a toda costa. Una
trayectoria que fue reconocida en varias ocasiones con el Premio Ariel, el Colón de Oro
en Huelva, España, y una silla con su nombre en la Escuela de Cine de
Moscú. Emilio Fernández Romo no solo fue conocido por su carácter
visceral, sino también por lograr la integración de un equipo de
filmación que atrajo la atención de Hollywood y Europa.
Con Gabriel Figueroa como fotógrafo, Mauricio Magdaleno como escritor y los actores Pedro Armendáriz, Dolores del Río, María Félix y Columba Domínguez, dirigió varias producciones que promovieron las costumbres y los valores nacionales asociados a la Revolución Mexicana.
En 2012, Emilio Fernández es interpretado por el actor Alberto Estrella en la cinta biográfica El fantástico mundo de Juan Orol, dirigida por Sebastián del Amo.