domingo, 6 de diciembre de 2015

Revolucion Mexicana

En el séptimo arte, al igual que en otras disciplinas, el conflicto armado que inició en 1910 se ha desentendido de su significado político e histórico para convertirse en un creador de mitos que más bien ha servido para proyecciones folcloristas y despliegues machistas que glorificaron a leyendas como Francisco Villa y Emiliano Zapata.

Presentada como documental o en forma de narración ficticia que rememora a los “westerns” estadounidenses, la Revolución se ha erigido como el escenario trágico e ideal para amores imposibles y heroísmos frugales. Los paisajes solitarios y terrosos son la impecable fotografía, mientras que los “corridos” la banda sonora perfecta para presentar diferentes visiones de este ambiguo periodo de la Historia de México.

A partir de que Venustiano Carranza toma el poder en 1914, este género sufre una gran transformación: pasa de ofrecer un contenido meramente informativo a ser un arte de ficción.

Este fenómeno se extiende durante el gobierno de Lázaro Cárdenas quien apoyó esta corriente, dando lugar a la trilogía más famosa sobre el tema: “El prisionero 13”, “El Compadre Mendoza” y “¡Vámonos con Pancho Villa!”. Estos filmes, dirigidos por Fernando de Fuentes, no muestran el lado heroico del conflicto, sino que una visión desencantada y cruda de la guerra.

Acontinuacion de la filmoteca, un fragmento de su pelicula ´´Vamonos con Pancho Villa!´´

Hacia la década de los 50, la Revolución pierde su enfoque realista para ser un escaparate que muestra la riqueza y colorido las tradiciones mexicanas. María Félix, Pedro Armendáriz, Dolores del Río y Emilio “el Indio” Fernández son las grandes estrellas de la “Época de Oro” que dieron vida a los arquetipos revolucionarios. Entre risas, balaceras y robos, Armendáriz personifica a un Pancho Villa de carne y hueso. “La Doña”, con puro en la boca y dispuesta a pelear a la par de un hombre, se convirtió en el símbolo feminista, mientras que Del Río conservó el papel de la mujer obediente que espera el retorno del marido.

Durante los 60 y 70’s, la magia y el misticismo que rodeaban a la Revolución anteriormente se desvaneció para exhibir su verdadera cara: decepcionante, brutal y confusa. En este tiempo se estrena una de las películas más memorables del género: “La Sombra del Caudillo”, dirigida por Julio Bracho y basada en la polémica novela de Martín Luis Guzmán. Debido al gran parecido que tenían los personajes ficticios creados por Guzmán con los reales, el entonces presidente Adolfo López Mateos prohibió la cinta, la cual se mantuvo censurada por más de tres décadas.

En los últimos años han habido sólo unos cuantos intentos que la abordan. Entre éstos destaca “Zapata, el sueño del héroe”, de Alfonso Arau, el cual contó con las actuaciones de Alejandro Fernández y Lucero. Este filme que busca combinar una especie de fantasía sobrenatural con los costumbrismos indigenistas resultó un fracaso en taquilla.



Quizá ya sea un tema gastado, quizá las últimas propuestas no logren resucitar la gloria de sus antecesoras, pero lo cierto es que la Revolución Mexicana se conservará como una bella imagen que contiene dentro de sí un universo de prototipos, alegorías y mitos que se albergan en lo más profundo de la cultura mexicana y de su cinematografía.

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